sábado, 13 de julio de 2013

Del Idioma de Don Miguel de Cervantes

Querido y amado esposo,

Te escribo estas líneas con el firme propósito de pedirte una disculpa. Como bien sabes, hablo el idioma de Don Miguel de Cervantes Saavedra, que no es exactamente español, y aunque los dos compartimos fonemas y giros lingüísticos, la semántica, los usos y las costumbres, son otra historia. Si alguna vez mi discurso te parece soez y descarado, créeme que lo siento, no es mi propósito ofender, ni faltar a la honra de nadie, más sí comunicar. Sin más dilación te remito a que leas mis líneas, pues sólo de esta forma tan sencilla, llegaremos a acercar nuestros mensajes y quizás, quien sabe, a entendernos.

Comunicación.- Proceso mediante el cual dos agentes que comparten el mismo repertorio de signos y reglas semióticas comunes, interactúan. Comunicar es algo más que transmitir información, requiere de empatía, es decir la capacidad para ponerse en el lugar del otro e interpretar el significado de su discurso desde el punto de vista de quien habla. Es tan importante lo que se dice, como la manera en que se dice.

Si el camino más corto entre dos puntos es la línea recta… ¿Por qué el camino más corto entre dos discursos no es la palabra correcta? O al menos eso es de lo que tú me intentas convencer algunas veces. Y… ¿A qué viene todo esto? Te refresco la memoria. El otro día en el supermercado, al chico que estaba empaquetando las compras le dije…
–Te cojo unas bolsas y así terminamos antes.
Tú, con todo el timbre de voz de barítono que Dios te ha dado, y lo suficientemente alto para que lo escuchara el muchacho, la cajera, y todos tus paisanos que hacían cola para pagar, bramaste:
–¡No digas coger, di agarrar!
A lo que yo respondí –Como el muchacho no es sordo, ya se habrá dado cuenta por mi acento, que no soy de aquí.
Eso fue lo que dije, ahora te voy a contar todo lo que callé: Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en el que se recoge no sólo las definiciones del idioma de Don Miguel, sino todos aquellos giros lingüísticos aceptados de las diversas variantes latinoamericanas, te paso a decir que “coger” significa:
  1. Asir, agarrar o tomar.
  2. Recibir en sí algo.
  3. Recoger o recolectar algo.
  4. Tener capacidad o hueco para contener cierta cantidad de cosas.
  5. Hallar, encontrar.
  6. Descubrir un engaño, penetrar un secreto.
  7. Captar una emisión de radio o de televisión.
  8. Tomar u ocupar un sitio o una cosa.
  9. Sobrevenir, sorprender.
  10. Alcanzar a quien va delante.
Y así hasta veintidós definiciones no coloquiales de la palabra coger (véase RAE). No es hasta la última, hasta la número 22, cuando aparece la siguiente acepción: Dicho del macho de determinadas especies: cubrir a la hembra.
Y yo me pregunto ¿Se refiere al macho de la especie mexicana? Resumiendo: hay 22 definiciones de la palabra, yo me quedo con las 21 primeras y tú sólo con la última, interpretando que perteneces a esa misteriosa especie. A mí me parece que a la vista de los acontecimientos, a lo mejor yo no estoy tan mal, y tú tienes la mente un poco sucia, enlamada, obsoleta, angosta, atrofiada, putrefacta (lo digo sin acritud). Además, volviendo al tema que originó el debate, después de tu llamada de atención, fijé la vista en los pantalones del muchacho y no atisbé ningún amago de bajárselos.
Seguimos ¿Qué son las chichis? Según mi fuente es la forma coloquial de llamar a la vulva ¿Por qué señalan ustedes más arriba? ¿Qué es eso de “bubis”? No parece en el diccionario español ¿Qué problema hay con la palabra “tetas”? Las dos tienen cinco letras. La diferencia es que la primera no existe en nuestro idioma y la segunda significa: cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven, en las hembras, para la secreción de leche. ¿Te parece ordinaria la definición? A mí, no. Pero no te preocupes, si no te gusta, hay alternativas: tenemos “pechos” y los siempre poéticos “senos”.
Tengo otra definición:
Culo.- Conjunto de dos partes carnosas que ocultan el ano, o lo que es lo mismo: nalgas.
Si tú, cuando lo escuchas, te imaginas otra cosa “no es mi pedo”, recurre al diccionario. Y hablando de pedos, ¿Qué es eso del pun, de las popos, de hacer del uno o de hacer del dos? ¿Tú te imaginas que yo hubiera tenido que explicarle al urólogo pediátrico el problema de nuestro hijo Marco con este tipo de vocablos?
–Mire usted Doctor, que a mi hijo le duele hasta arriba de su cosita cuando hace del uno. Pero no sólo eso, sino que también se queja de comezón, en la parte por donde sale el dos. Usted me entiende...  sí, donde acaban los punes y las popos.
Me imagino las dudas del profesional del aparato excretor:
¿Qué cosita?
¿Qué está numerado con el uno? ¿Y con el dos? ¿Esta usando una clasificación ascendente o descendente con respecto a lo que parecen ser orificios de salida?
¿Qué es el pun? ¿Tendrá relevancia médica que la madre haya calificado a las ventosidades como punes, y no como pffffffes, o como tarrrrrrrrrratatas?
Afortunadamente fui más concisa:
–Mire usted Doctor, mi hijo se queja de dolor en el glande al orinar, dolor que a los pocos segundos se extiende hasta el recto.
El doctor, lo vio claro, no tuvo duda, y es que el idioma de Cervantes tiene para todos.
Aún así, cariño mío, créeme que lo intento. El otro día al ir de camino a la escuela de verano, Marco tuvo una urgencia, y como andaba un poco suelto de la panza me di prisa en llegar, para no tener que lamentar las consecuencias. Mientras estacionaba, iba pensando las palabras a utilizar, para no ser grosera.
–Le voy a decir, que Marco necesita ir al baño porque se hace del dos, pero que como está recargado, a lo mejor sólo son punes, pero aún así mejor que lo acompañe y se cure en salud –pensé.
Apago el motor, bajo a Alejandro y cuando veo la cara del pequeño, me lo encuentro constreñido, sudoroso y de un color verde aceitunado. Lo cojo de la mano, lo lanzo para la monitora y digo: “corre, caca”. ¡Si vieras lo bien que me entendió! No tuve que aclarar ni media palabra.
Pero bueno, con todo esto no pretendo convencerte que te pases al núcleo duro del castellano. La gracia de nuestro idioma viene de su riqueza, tanto de vocablos como de significado. Si todos habláramos parejos ¿Qué encanto tendría el acento mexicano para los españoles, o el español para los mexicanos? No voy a dejar de hablar como lo hago, tampoco lo hagas tú, por favor, pero intentemos respetar y así llegar a un entendimiento.
Espero que esto no te jod… demasiado, sólo lo he escrito para que no me andes ching…
Por último, y ya que la cosa va de confesiones, tengo algo más que decirte. Creo saber por qué se rompió la puerta de la cajuela. Fue el día de la caca de Marco, en Naturales. Puse marcha atrás después de dejar a mis niños, y ese preciso instante, fue el elegido por una hermosa columna color crema para emerger desde el pasto. El maletero la miró, ella le sonrió coqueta, el amor hizo el resto, y antes de que me pudiera dar cuenta, se habían fundido en un apasionado beso. Tuve que hacer verdaderos esfuerzos por separarlos, pero la vida es dura, y a veces nos aleja cuando nuestra intención es acercarnos. Sin nada más que decir, se despide tu fiel y amorosa esposa.

Rebeca