Una vez escuché en la tele que si pesáramos
por un lado todos los insectos del mundo, y por el otro los animales, el
tonelaje total de los primeros duplicaría al de los segundos. No sé si esto es
verdad o mi imaginación lo ha exagerado, pero lo que sí estoy en condiciones de
certificar es que en México se cumple esta norma.
Aquí sola, mis niños dormidos, mi marido
trabajando, nadie en más de tres kilómetros a la redonda… ¡No puedo escuchar el
sonido de las teclas del ordenador por el zumbido de los insectos! Si Dios
hubiera sido mexicano, hubiera tenido más imaginación